“Fumar: ¿acto de placer o agonía omitida?”

¿Por qué las personas deciden comenzar a fumar? Existen varias respuestas a esta interrogante: por imitar conductas de compañeros, padres, hermanos, e incluso de figuras con arraigo popular; por el mero hecho de desafiar prohibiciones; para resistir la inquietud, la ansiedad, las tensiones y el aburrimiento. De esta forma las personas encuentran en un cigarrillo la evasión momentánea de los problemas, y esto les produce un deleite exquisito. Pero, ¿este efecto se reduce únicamente al significado de deleite?, ¿se limita únicamente al placer?

Todo fumador conoce íntimamente que fumar hace daño, que no es bueno para la salud, pero la necesidad de nicotina le hace continuar. Hay que afrontar el problema de que este hábito es una drogadicción a la nicotina. Pero no quiero recorrer sobre la idea ya tan despilfarrada de que el hábito de fumar trae consigo problemas graves de salud y junto a estos, trabas de índole económico, pues todo el que practica este acto las conoce y aun así no modifica su actitud. Sin embargo, ¿algún fumador activo ha merodeado sobre la idea de que a la par de su placer fusionado con autodestrucción, afecta la vida de los seres que lo rodean, incluyendo en ese grupo de seres a familiares, amigos, hijos?

En ocasiones decimos que somos capaces de dar la vida por las personas que más queremos, pero asumiendo tal rol (de fumador activo) acabamos destruyendo la existencia de quienes más amamos, transformándolos en aspirantes de sustancias tóxicas y cancerígenas, haciendo de ellos un blanco al cáncer pulmonar y a las perturbaciones cardíacas. Mas esto no termina aquí, ¿sabe el fumador activo cuánto sufre el familiar, el amigo, el hijo que lo observa de cerca asumiendo tal actitud sin poder hacer algo para revertir la situación pues siempre termina siendo ignorado? ¿Conoce el fumador activo lo necesario o imprescindible que es para ese ser tan allegado? El fumador activo no es capaz de darse cuenta que su placer es veneno a la salud y al alma del ser idolatrado. Pero, aun así, continuamos diciendo que somos capaces de dar la vida por las personas que más queremos.

No hay camino fácil para dejar de fumar. No se ha inventado algún medicamento mágico para ello, todo depende de la decisión de cada persona. Si es usted fumador activo y estas líneas le han hecho reflexionar en torno a su situación; pero además ha leído este artículo hasta el final, por favor, replantéese la interrogante del inicio y arribe a sus propias conclusiones: “Fumar, ¿acto de placer o agonía omitida?”