El deporte cubano tiene nombre: Fidel

 

El deporte cubano pierde a su creador, a su máximo impulsor, el hombre que estuvo siempre pendiente de cada paso del naciente movimiento deportivo

Desde los primeros años, Fidel expresó que el deporte sería un derecho del pueblo.

En sus escasos momentos de ocio, practicó varias disciplinas deportivas, entre ellas, el béisbol, el baloncesto, el tenis de mesa, el voleibol y el ajedrez.

Era común en las noches, sus encuentros con nuestros principales atletas, con los que compartió y disfrutó de sus primeros resultados.

Muchos fueron los eventos deportivos donde con su apoyo incondicional y su siempre encumbrada presencia, llegaron a feliz término, la Olimpiada de Ajedrez en 1968, los Campeonatos Mundiales de Boxeo y de Béisbol, los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1982, los Panamericanos de 1991.

En todos los casos fue un actor fundamental, su presencia motivaba a nuestros atletas y a los visitantes, impresionados por su grandeza y conocimiento de las diferentes disciplinas.

La epopeya del Cerro Pelado, marcó la mayoría de edad de nuestro naciente movimiento deportivo y Fidel, con su dignidad y fuerza, ratificó la asistencia de nuestra delegación, la que expresó llegaría a nado a Puerto Rico de ser necesario, por el no otorgamiento de visas de los Estados Unidos.

El béisbol, que indudablemente, fue su gran pasión, marcó un momento inolvidable, con la celebración en La Habana, de un choque entre Venezuela y Cuba, teniendo al frente de cada selección al mejor amigo de Cuba, Hugo Rafael Chávez Frías, y a nuestro invencible comandante.

No existe resultado deportivo que no tenga la impronta de Fidel, su humanismo, su compañerismo, su modestia, son sin dudas grandes virtudes del hombre que pasa desde ya a la inmortalidad.

Vendrán nuevos retos en el ámbito deportivo y por supuesto que la presencia del líder de la Revolución será eterna, siempre acompañará a cada lanzamiento, disparo, remate, salto, enceste, recto de derecha, o swing de izquierda.

Su recuerdo será eterno, y más que el llanto incontenible por la inesperada noticia, nos queda el  compromiso de seguir adelante, inspirados en sus ideas, en no estar nunca conforme con lo logrado, en saber que se pueden obtener mejores resultados.

Hasta siempre Comandante.