Martí, enero… un bosque

Este es el lugar más hermoso de Artemisa, el más martiano, el de más compromiso y entrega. Donde antes fuera un vertedero municipal, creció con la sabia de la historia y el honor del hombre, un monumento natural a José Martí. Bien quiso su creador Rafael Rodríguez Ortíz (Felo) que los sueños se hicieran realidad en nombre del pasado y que sirva además como amuleto en el transitar hacia el futuro.

Felo: el artífice de un monumento eterno. Foto: Emanuel Milian.

El Bosque Martiano del Ariguanabo cumple 30 años entre las piedras trasladadas con la fuerza del compromiso. Es el sitio donde confluye el canto de numerosas aves y la fértil tierra que sirve de sustento a las especies mencionadas por el Apóstol en su Diario de Campaña. Es hijo de la virtud y los anhelos, un abrazo a la vida porque en este lugar no cabe la muerte.

De lunes a domingos en Bosque Martiano del Ariguanabo recibe a visitantes nacionales y extranjeros quienes llegan a rendirle culto a Martí, al hombre y a la naturaleza. Foto: Emanuel Milian.

Primero de su tipo en Cuba, alberga pasajes de la vida y obra martiana como lo es la ruta martiana de Playitas de Cajobabo a Dos Ríos, representando todos los campamentos en los que estuvo Martí con troncos de madera a tamaño escala hasta que cae en Dos Ríos. Cada homenaje es natural, simbolizando la vigencia a partir de los componentes que le rodean.

Ruta martiana de Playitas de Cajobabo a Dos Ríos. FOTO: Emanuel Milian

Allí crece la ceiba, el jigüe, la caoba, el cedro, el jobo, la quiebrahacha, la majagua, el caimitillo, el cupey, el caguairán, la sabina, el júcaro, el dagame, la guásima, la yamagua, la guanábana y el curujeyal, con abono de amor a la historia. Todos han echando sus raíces en la sal de la libertad, esa que se conquista cuando nos alumbra y abraza el Sol.

Va Felo cada mañana a despertar allí, sin importar la distancia. No existe estación del año, inclemencia o problema que lo aparte de su gran tesoro y el de muchos. Se le escucha hablar con ímpetu de la gloriosa historia Cubana, de Martí, del Moncada, de los artemiseños y ariguanabense que libraron incontables batallas.

En el Bosque Martiano del Ariguanabo crece la historia en árboles y piedras. Foto: Emanuel Milian.

Felo es un Martiano de estos tiempos; atesora en su bosque e incluso en su hogar, las huellas del tiempo y reliquias que muchos han puesto a su resguardo por la pasión y la entrega que respira. Merece el cariño de quienes una y otra vez volvemos allí a encontrarnos con su hidalguía, con el resultado de tantos años de trabajo ininterrumpidos… con «el más universal de todos los cubanos».

Hasta este bosque llegan nuestros pioneros a abrochar sus azules o rojas pañoletas; es también grito de Independencia cada octubre, nacimiento y muerte del Apóstol, recorrido de visitantes -nacionales o extranjeros, motivación para sembrar un árbol y con él la historia. Es el bosque también de la ciencia, de la promoción para preservar, el bosque de la espeleología, del monumento al árbol y del Granma.

Enero se despide con Martí, amor, patriotismo y humanidad. Sirva entonces este lugar de San Antonio de los Baños y de Cuba para recordarnos siempre que: «La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes».