Fidel nace todos los días

Y es que vuelve a nacer su nombre en tantos sucesos extraordinarios o cotidianos.

Si el mundo se asombra, por ejemplo, antes las vacunas anticovid aportadas por Cuba, es inevitable que en la voz de los científicos cubanos no fluya como referente el principal impulsor de la biotecnología en el país.

Si es verano y apuntamos a esa opción recreativa  popular que son los campismos, otra vez Fidel, como líder creador vuelve en los recuerdos.

Me ha pasado que entrevisto a un agricultor y me dice que bajó de la loma como trabajador fundador de un hospital y aquí, ese día en que inició la obra del Comandante Pinares cual coloso de la salud, estaba Fidel, y la gente no lo olvida, porque lo impide la fuerza de la utilidad.

Y así pasa cuando se cuentan tantísimas historias. La de los Joven Club de Computación, la de tal o más cuál industria, las de combatientes que le conocieron, los poemas de una Carilda en centenario y la gente fiel, siempre los leales a su leyenda viva, continúa.

Te encuentras a discapacitados que se acuerdan de Fidel porque su vida es igual a la de todos o porque una u otra condición desfavorable, no impide que alguien cumpla sobre esta tierra su aspiración profesional.

El día menos pensado te cruzas con un joven de esos pepillos, con un cuerpo atlético que no imaginas enfermo y con todo el desenfado de su jerga te explica que es un paciente desde que nació porque una rara patología condiciona su alimentación y a este sistema social impulsado por Fidel le debe cada producto de una dieta especial que le mantiene vivo, así como cada medicamento que nadie imagina cómo están garantizados para él desde el día cero.

Son breves momentos en los que las circunstancias te ponen frente realidades distintas de una Cuba que es muchas a la vez. Y cuando piensas que ahora mismo hasta la suerte nos golpea, surgen ejemplos de buenas voluntades y en las vivencias de algunos, sientes que tu isla parió un cubano aferrado a la justicia como pocos y vuelve a nacer cundo todos nosotros amamos y creamos lo justo cual irrenunciable vocación.