Fidel nunca muere

La desaparición física de Fidel Castro, nos tomó por sorpresa, impactó en cada rincón de esta isla y nos dejó un sabor amargo. Tuvimos que aprender a vivir sin su voz, sin su sonrisa, sin su barba, sin su figura tan grande y sencilla como todo él.

Queríamos creer que estaría con nosotros para siempre, que no nos faltaría nunca; pero los héroes también mueren; mejor dicho, los hombres como él pasan la inmortalidad. Ahí es donde está y estará siempre.

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Desde ahí nos guía porque su palabra es una fuente de sabiduría, tan inmensa como sus hazañas.

Y es que la presencia del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, es perenne, no solo en Cuba. Su impronta se mantiene viva en todos los lugares donde dejó su huella.

Fidel era el redentor de los pueblos, el hombre que se preocupaba por los pobres, por los desposeídos, no sólo de América sino del mundo.

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Nos enseñó el valor del internacionalismo, la lealtad y la amistad entre las naciones.

Fidel hizo de nuestra Revolución un ejemplo para la clase trabajadora. No descansó en el empeño de lograr que los cubanos fuéramos un pueblo culto, íntegro, activo, lleno de esperanza por un mañana mejor.

Hoy sigue estando aquí, entre nosotros, en cada generación que lo siente suyo; porque Fidel nos pertenece, es nuestro.

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Su desaparición física no es motivo para olvidos, ni para ingratitudes. Me sumo a las palabras del presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez “el legado revolucionario de Fidel ya es un patrimonio de la Humanidad. Sus ideas no sólo están vivas. Cada día adquieren mayor valor y actualidad”

Como expresara el poeta español Rafael Alberti: “Las ideas como las que Fidel Castro defiende no envejecen nunca. Sigo reteniendo del líder cubano la imagen de un heroico homérico, tanto por sus incontables combates pletóricos de juventud como por su impresionante personalidad. Fidel es la esperanzada luz de un futuro más solidario y más justo”.