Una mirada desde la zona roja

Hay afectos y sensaciones diversas y hay, ante todo, sacrificios de todos los colores.

Mientras, afuera la vida sigue igual, siempre que el virus no haya entrado en casa de quienes circulan alegres y tranquilos, hay muchos latiendo desde dentro de alguna zona roja.

Son cientos y serán miles en toda Cuba si los de fuera no acabamos de entender. Ya se han transformado universidades en hospitales, para atender pacientes positivos en espacios nunca diseñados para cuidados de esta naturaleza.

Y allí se aprestan las almas buenas que no cuestionan, ni vacilan. Olvidan el escenario y van de frente a sus labores, ellos por la cura, ellos por el alivio y el rescate de vidas.

Ellos porque no queden secuelas, ellos que son médicos o enfermeros, que son también voluntarios, ellos tras las máscaras y bajo mucha tela, dejan de ser cuerpos y son solo seres para www.tvartemisa.icrt.cur.

Y en paralelo a estas realidades de cada zona roja, hay familias que esperan, niños y padres que añoran, hogares incompletos.

Claro que la felicidad tiene entonces forma de resultado negativo, aspecto de alta médica y va envuelta en taxis amarillos.

Pensemos en todas las estampas de esta pandemia tú y yo. Mientras demora en hacerse la luz y con pena por aquellos que se apagan para siempre, cumplamos con la hazaña que se nos pide, es tan sencillo ser héroes, es tan simple agradecer más allá del aplauso, a cuidarnos todos por el fin definitivo de las zonas rojas.