La pupila insomne

Rubén Martínez Villena hace ya tiempo dejó de ser de carne para hacerse de ideas, dejó de ser materia para volverse la pupila y auscultarnos el sitio por donde es posible catar la hondura de los hombres.

Dejó de ser de Alquízar, aunque la casa de madera machihembrada lo recibe en iguales. Dejó de ser de los libros, aunque nos revisita en las lecturas que hablan del bien, de la verdad y del futuro.

Rubén renace en la insomne mirada de muchos que guardan el país, que lo hacen suyo, que lo defiende, aunque las alas parecen cortas y altas las nubes para alcanzarlas.

Vuelve otra vez a fundar el partido en los que creen, a decirnos que el pulmón es prescindible cuando en el pecho se mueve un paradigma.

Rubén recibe al visitante de Artemisa. No duerme el ojo del revolucionario cabal que de frente y viril miró sin miedo al enemigo.

Hombres despiertos requieren estos tiempos. Rubén acoge a los dispuestos a poner el corazón en la obra. A tatuarse la Patria en la pupila.