Un mártir de la revolución de Artemisa

El 13 de marzo de 1925 vio nacer la Villa Roja al niño  que con 23 años se convirtió en figura patria tras acto de muerte para el olvido.

 

Fiel a su herencia, el hijo de Martín Mordoche, veterano del Ejército Libertador, no pudo menos que entregar toda su voluntad a la causa justiciera del Movimiento 26 de Julio, organización que le vio superarse con valiente discreción en el cumplimiento de difíciles encomiendas clandestinas, a tono con la rebeldía que se ambientaba y de la que era el prototipo juvenil.

 

Su condición de negro y pobre, le hicieron sentir en primera persona todo el peso de las desigualdades y los odios de la época, pero no le impidieron ser  un joven alegre que conquistaba las simpatías de sus conocidos.

 

Sufrió varios registros a su domicilio en Manuel Valdés 3808, así como detenciones, acusándosele de conspirar contra los poderes del Estado y de actividades subversivas.

 

En octubre de 1958, fue el encarcelamiento definitivo. Encerrado en el cuartel artemiseño, el jefe de la jurisdicción militar que comprendía Guanajay, Artemisa y San Cristóbal, Jacinto Menocal, dictó la orden de traslado para la capitanía de San Cristóbal, donde muere a consecuencia de una brutal golpiza.

 

El joven combatiente clandestino fue uno de los tantos que no murieron en lucha abierta frente a las fuerzas enemigas, sino indefenso y tras vejaciones sin nombre ni perdón del pueblo que le recuerda y dignifica con la obra de nuestros días.