¿Seguir o desviarse?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera droga a cualquier sustancia que, introducida en un organismo vivo, puede modificar una o varias de sus funciones. Todas las drogas tienen la capacidad de alterar el sistema límbico cerebral, responsable de la sensación de gratificación; es decir, de la capacidad de sentir placer.

Una vez iniciado el consumo la tolerancia y la dependencia actúan sobre el organismo provocando lo que se conoce como adicción. En poco tiempo aparecen alteraciones en el comportamiento del individuo, la percepción, el juicio y las emociones como consecuencia de la sobreestimulación de zonas cerebrales determinadas.

Para muchos se trata de algo normal, a la moda por lo que se vuelve imposible reconocer “en primera persona” los daños de los llamados estupefacientes y psicotrópicos, dos grupos de drogas ilegales.

El adicto se aísla de la sociedad y poco a poco pierde el contacto con amigos y familiares. Generalmente la drogadicción interfiere en las relaciones laborales y estos enfermos suelen perder sus trabajos en busca de una dosis. En la mujer las connotaciones son mayores porque puede incidir en el embarazo; según estudios pasan al feto a través de la placenta y están presentes en la leche materna.

No podemos olvidar que durante la etapa de gestación pueden producir abortos, defectos de nacimiento, bajo peso al nacer, parto prematuro o muerte fetal.  

Unido a lo ya mencionado, el consumo también desata diversas problemáticas, ligadas a la falta de control e irresponsabilidad del individuo. Hay quienes no son víctimas de la enfermedad, y sí de otras personas que manipulan su voluntad y modifican su comportamiento.

Por ejemplo, salen a divertirse en las noches, beben cualquier bebida sin conocer su procedencia, ¿entonces…? el mundo empieza a girar a su alrededor. Segundos más tarde sufren de abusos sexuales, delictivos y aparece –en el peor de los casos- complicaciones neurológicas.

Más allá de considerarse una enfermedad, ser dependientes y tolerantes a las drogas es una decisión que debemos considerar antes de adentrarnos. Los problemas personales, el círculo de amigos, el contexto social o familiar no justifican asumir tales prácticas. Reconocemos las situaciones a las que está liado el hombre de hoy, pero la abstinencia, es la mejor opción si queremos regalarnos vida.

Múltiples programas diseñan el Ministerio de Salud Pública en Cuba y el sector de la educación para mitigar paulatinamente los índices de adictos a sustancias nocivas, sean legales e ilegales. Consultas, terapias, talleres, eventos y concursos figuran entre los más comunes apoyando la justa causa de vivir sin riesgos.

Con el paso de los años los intentos de “virar el tiempo atrás” son fallidos por eso seamos lo que queremos ser desde el presente. Es momento de educar desde la familia, buscar la ayuda especializada como herramienta para entender y no para fracasar.

En fin, disfrute de la grandeza de existir porque puede poner límites a sus proyecciones sin apenas desearlo. El camino lo escoge usted… ¿seguir o desviarse?