El legado de un maestro que todavía perdura en la Revolución

Benítez formó el primer contingente de maestros voluntarios para enseñar a leer y escribir, a niños y campesinos adultos, en el contenido de la Campaña Nacional de Alfabetización impulsada tras el triunfo de la Revolución.

Sus asesinos pertenecían a la principal banda de alzados del Escambray, que cumplían instrucciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), con la indicación de sembrar el pánico entre la población campesina y frustrar los planes de desarrollo económico y social de la Revolución.

Este acto terrorista levantó una ola de indignación, que se manifestó inmediatamente en la disposición de miles de jóvenes a partir hacia los llanos y las montañas, organizados en las Brigadas “Conrado Benítez”, constituidas en honor del maestro asesinado, para llevar a cabo la Campaña Nacional de Alfabetización.

Como bien dijo José de la Luz y Caballero: “Enseñar puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo”, Conrado Benítez, es ejemplo a seguir por todos los educadores cubanos por su  amor y vocación por el  magisterio, y por ser un evangelio que vive  entre nosotros.