El día de los azucareros

Bajo el machete caían las cañas, las esperanzas, la falta del abrazo a la familia abandonada para ir detrás del pago. Bajo el mismo machete que los negros esclavos convirtieron en arma de lucha contra el colonialismo. Herramientas de idéntico filo que cortaron de raíz la abominable unión al capital de las estrellas y las barras.

Fue en el azúcar donde intentaron el golpe. Las cuotas restringidas, los precios saboteados, plagas  dispersas y el verde resistiendo. Para la zafra ciencia, para la zafra el pueblo y cada guardarraya volviéndose trinchera como cada hombre y mujer dejando el tajo firme para que llegue a la molienda una obra que es de todos. 

Ahora con escuelas el batey. Con doctores y cultura. Con la comparsa que no es escape para el dolor sino raíz auténtica y ahora también con los fusiles dispuestos por si el vapor se escapa y se deja escuchar una vez más a los centrales llamar a combatir.

Hoy es la economía la mejor variedad. Es la eficiencia el abono ideal para que crezca la gramínea y la historia de centrales invictos y otros con vestiduras nuevas y misiones distintas siguen teniendo sin embargo el sabor de la miel y el olor de la cachaza. A los azucareros se les metió el hollín en las entrañas. No importa el precio que el producto tenga en mercados más allá de las costas.

 Siempre es menor que es que pagó Jesús Menéndez por darles voz a los trabajadores nobles de la zafra. Siempre hay un aliciente para subir la mano y que la mocha advierta al enemigo el calibre de esta Revolución que le cambió el sabor a la realidad de los cubanos.