Cassinga. La solidaridad de Cuba

Las minas fueron abandonadas con el tiempo y durante la Guerra de la Frontera de Sudáfrica,  se convirtió en un centro de refugiados que huían de la guerra en Namibia.

El  4 de mayo de 1978 las  actividades cotidianas de cerca de tres mil refugiados se interrumpieron por una inesperada lluvia de bombas de fragmentación, fuego y metralla. Una unidad helitransportada sudafricana con respaldo de su Fuerza Aérea atacó sin piedad el campamento de refugiados namibios en Cassinga, con saldo de alrededor de 600 muertos y trescientos heridos graves, casi todos ancianos, mujeres y niños indefensos.  Eran civiles y no existía razón para el ataque. Fue una masacre en nombre del racismo.

Los aviones sudafricanos bombardearon y dispararon sin piedad a los civiles, preparando el escenario para que más de 500 paracaidistas fueran lanzados desde aviones norteamericanos.    Los primeros comandos bloquearon las entradas y salidas de Cassinga, mientras el resto de la tropa daba caza a los sobrevivientes. Entre las víctimas se incluían madres con sus bebés en brazos, mujeres embarazadas, ancianos y niños.
Los racistas redujeron a cenizas la escuelita, los albergues, el almacén de alimentos y el policlínico. No respetaron los tratados internacionales sobre la guerra donde se plantea que no deben atacarse las instituciones de salud. Aquel día casi todo el personal médico y los pacientes que estaban hospitalizados fueron encontrados por la muerte.

Durante la acción de Cassiga, las tropas del régimen de Pretoria no escatimaron su barbarie.  Utilizaron gases tóxicos que paralizaban el sistema nervioso para que sus víctimas no pudieran reaccionar. La suerte para los namibios llegó con colores rojos, azules y blancos. Allí estaba Cuba.
Fuerzas cubanas se encontraban acantonadas a unos quince kilómetros de distancia de Cassinga y al conocer la agresión se dirigieron de inmediato al lugar.

Los cubanos recibieron numerosos golpes de la aviación sudafricana. El saldo fue de 16  muertos y 76 heridos antes de llegar al sitio del combate. Los efectivos del apartheid abandonaron la zona para evitar el enfrentamiento. Al caer la noche los cubanos lograron llegar y ayudar a los sobrevivientes.

Luego de aquellos trágicos sucesos en Cassinga muchos de los niños huérfanos fueron enviados a curarse y estudiar a Cuba. Con ellos se fundó una escuela, en la Isla de la Juventud. Luego, años más tarde, regresarían ya formados como profesionales, a una Namibia ya independiente.
Lo que sucedió en Cassinga demostró la solidaridad de la Revolución cubana. Una solidaridad a la que no renunciaremos nunca.

Tomado de RadioArtemisa