Melodías a golpe de sueños

Entre las memorias de niña perduran ratos frente a la radio escuchando a grandes exponentes de la música del país. Regresa en una informal conversación a las emociones que su familia forjó con espiritualidad para hacerla conocedora de partituras, buen gusto y cultura.

Similar al bolero, el género que más feliz le hace en cada interpretación, nos devuelve hecho canción momentos, nostalgias y coincidencias. Un ritmo de compas dice ser su mejor aliado en el escenario, pues en él encuentra sentido a la vida, instantes imborrables, y la conexión perfecta con sus espectadores.

“Comencé los talleres de arte, y no fue precisamente en la música. Me encantaba dibujar, tenía habilidades, pero mi instructora notaba que mientras hacía un trabajo coreaba el estribillo de una canción, y que sin saberlo fusionaba dos manifestaciones, sin pensar en lo que después vendría.

“Los matutinos, festivales de pioneros y otras actividades fueron muchas veces, y tras cada presentación sentía como se moldeaba el interés y la vocación. Superé miedos para que pareciera natural, mientras en el tiempo libre leía o buscaba la manera de sentirme reina mientras cantaba.

“En cuarto grado nos informan sobre la convocatoria para la Escuela de Arte en Güira de Melena. La preparación fue al doble, y aprobé. Entré al grupo y con el paso de los días me di cuenta que mis intereses eran otros. Recuerdo que era Período Especial, extrañaba la casa, entonces decidí regresar a Guanajay.

“Durante el poco tiempo que estuve en un centro de formación artística aprendí cuestiones elementales del canto coral que no olvido, y las mejoré con paciencia. En casa mi abuelo, el Chino Pedroso, quien se dedicaba a arreglar guitarras, hizo que creciera el amor por la música. Evidentemente no eran casualidades, sino la dicha de expresar al mundo sentimientos con mi voz.

La también licenciada en Estudios Socioculturales por la Universidad Agraria de La Habana, desde 1992 defiende los más diversos géneros musicales como solista o acompañante. Tanto empeño le han hecho merecedora de reconocimientos y premios como el Festival Maria Teresa Vera, que se celebra en su terruño, y otros de carácter provincial o nacional.

“Quienes me conocen saben que le doy mucha importancia a la letra de la canción. Prefiero canciones fuertes, que transmitan empoderamiento. De ahí también el lado opuesto con los boleros, pausados y de alto disfrute.

“Para cualquier aficionado la meta está en llegar a ser profesional. Aún no lo consigo, pero lo creo, lo dibujo en mi mente y ello hace que derroche furor y gracia frente al público.

“No me detengo: he luchado hasta el cansancio por el reconocimiento, aunque sea mínimo.

“Tengo mis presentaciones e invitaciones pero creo que puede lograrse más si nos articulamos tanto en Guanajay como la provincia. Nacer y entregarle mi música a la tierra de Maria Teresa Vera no ha sido fácil, sin embargo reconforta.”

Y así, entre avatares y reconocimientos, Yelinett se sabe triunfante sin ostentaciones. Buen gusto desde que escoge un tema musical hasta la despedida, estudio constante y escucha oportuna le abren puertas en un camino largo, empedrado y forzoso; un trayecto que no entiende de fin.

Tomado de ElArtemiseño.