Sistema de Salud en Artemisa: lo que no falta es la voluntad

Atendiendo a la alta confiabilidad de los tests de antígenos, antes de las 12:00 del mediodía, Leonay Beltrando Varela, de 12 años de edad, era otro contagiado de COVID-19 en edades pediátricas, consecuencia de la trasmisión autóctona en el territorio.

Asma bronquial, reacción adversa a la dipirona y antecedentes de convulsiones febriles, fueron criterios suficientes a fin de trasladarlo hacia un centro de aislamiento para casos confirmados.

Sin embargo, la experiencia de Leonay y su mamá, quienes agradecen por la atención brindada, no suele ser común. Con 669 casos positivos a la enfermedad al cierre del 12 de agosto, la insuficiencia de test antígenos en la atención primaria suscita inconformidad en la población.

Sobresale el empeño en optimizar los recursos, sobre todo el uso de oxígeno medicinal y la disponibilidad de camas para descongestionar y aliviar el desconcierto.

“Frente al déficit, trazamos la estrategia de practicar la prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en tiempo real solo a pacientes con criterio de ingreso”, explica el doctor Yuniel Rodríguez Aguirre, subdirector de Asistencia Médica en el policlínico.

“A niños y embarazadas les realizamos la prueba rápida. Si el resultado es positivo, hacemos PCR; de lo contrario, a las 48 horas repetimos el test. El resto de las personas con sintomatología tendrán seguimiento mediante los Consultorios Médicos de la Familia”, precisó el directivo.

La elevada cantidad de muestras de PCR a procesar en el país, impide respaldar estos estudios como al inicio.

Laboratorio de Mariel a tope

Entre 1 200 y 1 300 muestras para el diagnóstico de la enfermad, llegan cada día al laboratorio de Biología Molecular situado en el policlínico Orlando Santana, en Mariel. El ajetreo y los trajes de seguridad individual son comunes allí. Incluso el ritmo de trabajo se ha incrementado en las últimas semanas.

Las limitaciones con los tests de antígenos redoblan el trabajo: si las muestras de PCR recibidas no son posteriores a un test rápido positivo, deben ser examinadas con el Sistema Ultra Micro Analítico (SUMA).

Esta ha sido la última adquisición del plantel. “Los estudios clínicos demuestran una alta concordancia entre el resultado del diagnosticador Umelisa SARS CoV-2 (tecnología SUMA) y el del PCR en tiempo real”, explicó el doctor Jovalsán Orta González, director del laboratorio.

Con una tecnología prevista para analizar 450 muestras al día, el laboratorio procesa casi 800 en 24 horas y ahora se apoya en su homólogo matancero. “Estamos a tope. A diario les enviamos 500 muestras, porque no tenemos capacidad para ejecutar mil análisis cada jornada, y el objetivo es que las personas conozcan su diagnóstico lo antes posible”.

Aun así, según ilustró Orta González, el 12 de agosto el laboratorio procesó los exudados nasofaríngeos tomados los días 8 y 9, lo cual evidencia un atraso de hasta 72 horas en la conclusión de resultados.

“Nuestros equipos de trabajo están completos y laboran en turnos de 24 horas. Aquí no se duerme. Con la tecnología disponible, hacemos cuanto podemos”.

La situación epidemiológica de la provincia ha sometido el diagnóstico a una tensa coyuntura, y arrastra una ola de opiniones negativas referente a los resultados de los PCR; muchas veces, nada tienen que ver con el trabajo realizado por el laboratorio, sino de otras estructuras creadas justo para acercar el resultado a la población.

Nunca cejar

Cuando tenemos poca disponibilidad de un recurso, buscamos alternativas para aliviar, comenta la doctora Niurka Larrionda Valdés, directora del Hospital General Docente Ciro Redondo García.

“Tenemos 30 camas extra en una sala y consulta improvisada de Infecciones Respiratorias Agudas (IRA), para atender a los casos positivos y sospechosos, y tratar en la primera etapa los síntomas de bronconeumonía o neumonía.

“Según su evolución, en ocasiones a las 48 horas los pacientes salen de aquí directo a sus casas para terminar allí el tratamiento, lo cual representa un atenuante frente a la saturación de los hospitales de COVID-19 en el territorio.

“Además, nos concentramos en el mantenimiento de un local en desuso cerca de Terapia, para en el corto tiempo colocar 15 camas más, a disposición de enfermos que requieran en algún momento una atención especializada o de urgencia”.

En muchas ocasiones, a la institución llegan personas con el resultado del PCR pendiente, preocupados, ansiosos… y decidimos repetir la prueba molecular, mediante la cual nos guiamos en nuestra actuación.

“Cierto, no contamos con recursos para responder como quisiéramos, frente a la cantidad de casos que recibimos. En cambio, sí está garantizada la cobertura para los estudios a los pacientes ingresados”, añadió la doctora Yeney Díaz Suárez, jefa de la sección de epidemiología.

“Tampoco tenemos condiciones para ingresar a pacientes con sintomatología leve. Tratamos enfermos con agravamiento del cuadro clínico”, explicó Larrionda Valdés.

San Cristóbal también en la pelea

A poco más de una semana de la reapertura del Hospital General Docente Comandante Pinares, en San Cristóbal, para la atención a enfermos de COVID-19 y sospechosos de alto riesgo, la institución amaneció el 12 de agosto a un 97% de ocupación, al acoger 72 casos sospechosos y 76 positivos.

Ocho de las 152 camas disponibles se destinan a pacientes graves, e incluyen tres posiciones de ventilación; el resto están compartidas: 72 para casos confirmados y 72 para sospechosos. Hasta el momento solo funciona la cuarta planta, y la Unidad de Cuidados Intensivos y Emergentes en el Cuerpo de Guardia, detalló Yolany Torres Martínez, director del centro.

Ante la compleja situación epidemiológica, urge recuperar las capacidades de ingreso. El directivo precisó que en las próximas horas incorporarían salas de la tercera planta.

“¿Colapso? No, el problema radica en la interpretación de algunas personas que demandan un estudio, medicamento o examen, pero, según el criterio médico, el paciente no los necesita, y eso genera falsos criterios.

“El ‘colapso’ del hospital está en la afluencia excesiva de pacientes a su Cuerpo de Guardia, diseñado para recibir a positivos o sospechosos ya evaluados y clasificados en sus áreas de Salud, y coordinados a través de un puesto de mando que funciona 24 horas.

“Ciertas personas por desconocimiento, algunas por cercanía y otras por el temor que en las circunstancias actuales genera sentirse enfermo, acuden a la institución sin haber pasado por ese primer paso tan importante. Esto contribuye a la demora y a ese supuesto colapso”.

Insisten en agradecer

Luis Enrique Ross García y Dayanis Domínguez Quiñones, un matrimonio residente en Guanajay, asisten a la consulta para convalecientes de la COVID-19.

A él, su médico de familia le diagnosticó secuelas respiratorias, y llega hasta el Hospital de Artemisa porque fue allí donde se localizó la Amoxicilina Sódica y Sulbatacam Sódico para atacar el mal que le aqueja.

Ambos llevan en los ojos la mirada del cansancio, el insomnio y los malos presentimientos. Fueron días de mucha ansiedad, cuentan. Lidiaron con la escasez de medicamentos y los remedios caseros para encarar este virus horrible. Fueron testigos del adiós definitivo que impone la muerte, al arrebatarles la vida a amigos y personas cercanas.

Pero, aun en medio de tan dura batalla, insisten en agradecer al personal de Salud, víctima también del miedo y cierta frustración en estos días. Elevan hacia ellos sus buenos deseos, y ruegan para que acabe esta pesadilla con sus delgados límites entre la vida y la muerte.

Por GISELLE VICHOT, SAILYS URIA y AYDELÍN VÁZQUEZ

Tomado de ElArtemiseño.