Artemisa, de todos

Trece años y sigue joven. Hija de la diosa de la caza, que solo llevaba consigo un arco y flechas –esta, nuestra Artemisa, sigue guerrera acogiendo bajo el abrigo de su alma un pueblo que amanece entre esperanzas y regocijo.

Otro aniversario demuestra cuanto crece para hacerse sentir desde el Occidente cubano la provincia que no olvida aquellos primeros pasos y hoy los convierte en gloria.

Madre de once territorios, todos con su historia, tradiciones… con su gente, vela silenciosa el porvenir sin preferencias. Acude a su llamado y clama como buena protectora ante las desavenencias que se presentan en el camino.

Artemisa en este tiempo conoce el desarrollo, luego de regalar sus norteñas aguas al futuro en el Mariel. Siente orgullo de María Teresa Vera, hija de Guanajay, la tierra que decidieron llamar Atenas del Occidente por su cultura.

Las leyendas de Caimito cuentan sobre el cacique Arigna enamorado de aquella india que de la nada se tragó una laguna y Bauta, su puerta, recibe a millones de visitantes ansiosos por conocer los encantos que aquí viven.

Más allá, cerca del río Ariguanabo, donde el humor se expande, San Antonio de los Baños acoge a caricaturistas, escritores, trovadores y escultores a la altura de Eduardo Abela, Ana Núñez Machín, Delarra y Silvio Rodríguez.

¡Ay Artemisa cuánta historia la de tus calles, la de cada despertar! No te olvides de Güira de Melena, siempre produciendo y poniendo el alto la fertilidad de tus tierras. Allí se bañan las costas de Cajío a través del Mar del Sur, y sus verbenas bajo el paso del tiempo y las memorias de los habitantes, llenan de alegrías tus rincones.

Silencioso no está Alquízar, al que situaste al sureste y a cambio te dio uno de tus hijos más preciados, el de la pupila siempre insomne, el revolucionario de las tormentosas décadas del 20 y del 30: Rubén Martínez Villena.

Ahora corresponde visitar la ciudad que más adoras, a la que otorgaste tu nombre: Artemisa. Esa ciudad que no entiende de reveses y que a partir del primer día emprendió el cambio. ¿Recuerdas? El cafetal Angerona; aún vive la historia de amor entre Don Souchay y Úrsula. De ahí salieron los más bravos combatientes, que siguieron al apóstol y al líder Fidel para demostrar tu sangre en el Moncada.

Y allá en Candelaria, sonora ciudad, la de Jorrín y Polo Montañez te convidan a la naturaleza, a las frías aguas de los ríos y a la tranquilidad. A San Cristóbal, otro de los límites, le debes la influencia canaria y Cádiz, más el dulce azúcar que hasta nuestros días sale de la caña.

Vuelve al norte porque Bahía Honda también es tuya, el lugar donde comenzó la excursión a Vuelta Abajo junto a Cirilo Villaverde y su Cecilia Valdés. Se aproximan nuevos años; entonces Artemisa, nuestra Artemisa sigue brillando porque el alba trae el mañana, y en ella viene consigo el futuro próspero y la victoria.