Hoy y siempre pintemos el mundo de naranja

Desde tiempos remotos las mujeres han luchado por ganarse su reconocimiento social. Por tener libertad para escoger lo que quiere ser, sin prejuicios, ni ataduras.

Si miramos al pasado, nos damos cuenta que las mujeres han estado presentes en momentos trascendentales de la historia. Han participado en importantes descubrimientos científicos,  se han destacado como combatientes, como artistas,  como doctoras, como madres…en fin.  Y no puede ser de otra forma, porque a pesar de no tener una gran fortaleza física, le ponemos mucho empeño, constancia y amor a todas las tareas que se nos encomienden. De hecho, creo que todas las obras hechas por las manos de nosotras tienen un sello distintivo; el sello de la dulzura.

Sin embargo, no son pocas las veces que esa dulzura se agria y se convierte en sufrimiento. Un sufrimiento disfrazado de silencio. Un silencio que refleja temor, vergüenza, por el maltrato que cobra dimensiones físicas y emocionales.

¿Cómo es posible que el simple hecho de ser mujer, sea el pretexto que usan los abusadores para justificar sus maltratos? ¿Cómo es posible que la mano que acaricia sea la misma que golpea? ¿Cómo es posible que la muerte sea la mejor  opción, y no una denuncia a tiempo? ¿Cómo es posible que se acepten castigos en nombre del amor? La violencia de género está ahí frente a nosotros. No es película de ciencia ficción, desgraciadamente es película basada en hechos reales.

Según la Naciones Unidas, la población femenina es altamente vulnerable de sufrir violencia de género, especialmente las niñas y las mujeres de la tercera edad, mujeres pertenecientes a la comunidad LGBT, las migrantes y refugiadas, las pertenecientes a pueblos indígenas o minorías étnicas, discapacitadas y aquellas que habitan en países con crisis humanitarias.

Al mirar las estadísticas, me pregunto ¿qué tan evolucionados somos? ¿De verdad esto es lo mejor que somos? Me niego a creerlo. Tenemos que gritar con todas nuestras fuerzas ¡BASTA A LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER! Pero ese grito tiene que estar acompañado de acciones concretas en todas las latitudes del planeta. Un grito que se vuelva eco en cada rincón donde haya una mujer sufriendo por ser violentada.

Llega el 25 de noviembre con nuevas promesas y esperanzas. Un día para recordarle a la comunidad internacional que todavía falta mucho por hacer, que hay que llegar más lejos si se quiere lograr un verdadero avance, que los actos deben superar a las palabras. Todos los días deben ser 25 de noviembre, y hacernos eco de las palabras de la Naciones Unidad de fomentar la ejecución de políticas para la erradicación de la violencia de género, así como brindar apoyo y generar conciencia sobre la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.