Finlay y su legado para la ciencia mundial   

Sin duda alaguna, es el más universal de los científicos cubanos por su integridad, sencillez y perseverancia; y sobretodo su verdadera vocación por curar a los enfermos, devolver la esperanza y salvar vidas.

Desde 1868 llevó a cabo importantes estudios sobre la propagación del cólera en La Habana. Sus estudios mostraban que la propagación de esta enfermedad se realizaba por las aguas de la llamada Zanja Real. Esas investigaciones epidemiológicas no fueron publicadas entonces debido a la rígida censura de tiempos de guerra, establecida por las autoridades coloniales.

El 14 de agosto de 1881, presentó ante la Real Academia habanera su trabajo “El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla”. Finlay indicó que el agente trasmisor de la fiebre amarilla era la hembra de la especie de mosquito que hoy conocemos como Aedes aegypti.  

Posteriormente, Finlay divulgó, las principales medidas para evitar las epidemias de fiebre amarilla, las cuales tenían que ver con la destrucción de las larvas de los mosquitos trasmisores en sus propios criaderos. Éstas fueron, en esencia, las mismas que, desde 1901, se aplicaron con éxito en Cuba, y otros países donde la enfermedad era considerada endémica.

El legado de Carlos J. Finlay a la ciencia permitió salvar muchas vidas y de sus descubrimientos se nutrieron varias generaciones de científicos.