“A 103 años de su muerte, recordamos a Rubén Darío”

“La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

La princesa está pálida en su silla de oro,

está mudo el teclado de su clave sonoro,

y, en un vaso, olvidada, se desmaya una flor”

 

Para nuestra Patria, Rubén Darío fue una presencia reiterada, de modo físico o espiritual. Cuba inspiró un temprano sueño del poeta nicaragüense. Lo aseguró cuando dijo: “En mi primaveral adolescencia era ya Cuba para mí una tierra de poesía. La Perla de las Antillas era verdaderamente una perla, llena de mansiones ilusorias y de paisajes de encanto, como los paisajes de Las mil y una noches

 

Murió en el mes del amor, mas su obra literaria late con gran fuerza aun en estos tiempos. Y es que la poesía de Rubén Darío refleja los gustos y sentimientos de su época, de su Nicaragua. Su pluma que ordena y armoniza, hizo triunfar al arte ante lo caótico de la naturaleza.

 

Destacan entre sus creaciones: «Abrojos», «Canto épico a las gloria de Chile» y «Rimas», dedicada a Bécquer. Fue “Azul…”, el libro que lo consagró como creador del modernismo, y donde exalta el amor a través de su romántico pensamiento. En “Cantos de vida y esperanza”, su arte restablece el orden de la naturaleza. Afrontó los eternos problemas de la humanidad con su obra “El canto errante”; y otras de sus grandes publicaciones fueron “Poema del otoño” y “La isla de oro”.

 

A 103 años de su muerte, los artemiseños, los cubanos todos recordamos al poeta que halló en esta Patria “la isla de las islas”.