El terrorismo no es cosa de los buenos +(Fotos y Video)

Cada 6 de octubre Cuba conmemora el día de las Víctimas del Terrorismo de Estado. Tantos pagaron el precio del odio. Tantos inocentes y familias marcadas por el absurdo.

Todavía duelen y dolerán las vidas que perdimos, pero ahora mismo: ¿Qué pasa con el odio y los absurdos? ¿Cuán cerca estamos cada día de normalizar el horror?

El Terrorismo se entiende como la consecución de actos de violencia para infundir terror, estos pretenden crear alarma social generalmente con fines políticos.

A 47 años del conocido como Crimen de Barbados, vale no solo recordar a los más de 3 400 fallecidos por las agresiones terroristas contra la nación, sino pensar cuánto más habría que lamentar si de manera irresponsable damos protagonismo al odio en escenarios diversos de la sociedad.

Desde 1976, se lloran una y otra vez a los 73 pasajeros del avión de Cubana que perdieron la vida tras acto vil de sabotaje. El homenaje a ellos debe ser hoy el pensamiento crítico sobre la conducta colectiva y el cuestionamiento en torno al odio y sus consecuencias.

Debatir, dialogar o tener puntos de vista divergentes no puede llevarnos a un enfrentamiento cotidiano y mucho menos irresponsable. Espacios como los sitios digitales de redes sociales y otros en el ámbito mediático incitan a la violencia de forma patológica.

Durante décadas hemos asumido que la autoría de operaciones y actos de sabotaje contra el país proviene de criminales pagados o seres carentes de humanidad. Urge preguntarse actualmente si la incitación diaria al odio, el linchamiento, el uso de la fuerza, las ofensas; puede convertirse más pronto que tarde en actos de terror.

Las acciones terroristas han incluido agresiones económicas, militares, biológicas, psicológicas, diplomáticas, mediáticas y de espionaje, así como intentos de asesinato a líderes.

En los últimos años contamos dos episodios recientes de ataque terrorista contra la Embajada de Cuba en Estados Unidos. La nueva realidad impone retos, sobre todo el desafío de no entregarnos a la necesidad enfermiza de juzgar, acusar y apelar a la violencia en nombre de la razón.

Por Fe del Valle y El encanto, por Fabio el italiano, por los tantos que pagaron la explosión de La Coubre, por los de Tarará, por la esgrimista bahíahondense Nancy Uranga que murió embarazada de su primer hijo con solo 22 años, también por el policía de la estación de Calabazar y por las mujeres y los hombres que han padecido actos de violencia de cualquier tipo, pongamos freno al terror.

Ningún ser tiene derecho a privar de la vida a otros. Este 6 de octubre volverá el homenaje a las víctimas del crimen y el horror, ni una más habremos de repetirnos al interior del pensamiento, ni la menor oportunidad a la violencia física o simbólica en el bregar del día a día. Me niego a que el terrorismo sea cosa de los buenos.