Que nazca Ciro en Artemisa, todos los días

Invocar a Ciro Redondo es pensar en el niño que nació el 9 de de diciembre de 1931en la Villa Roja y que se hizo un muchacho de bien, de valores y principios proyectados hacia la justicia para sí, para los suyos y para su país.

Aquí cursó los primeros estudios en una escuela particular y luego pasó a la Academia Pitman para hacerse mecanógrafo y graduarse también en teneduría de libros. A inicios de 1951 comenzó a trabajar en la tienda de la Casa Cabrera, donde lo sorprende el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.

Le inquietaba la situación, y tomó parte en los esfuerzos que exigía la realidad social de su momento, por eso se unió al grupo de jóvenes que bajo el mando de Fidel Castro protagonizaron las acciones del 26 de julio de 1953.

Por esta causa fue condenado a presidio, pero amnistiado por la presión popular salió al exilio y regresó a Cuba en la expedición del yate Granma. Ciro estuvo entre los 82 hombres que desembarcaron en Playa Las Coloradas, y uno de los que después de la derrota de Alegría de Pío se reunió con Fidel y otros compañeros para continuar la lucha, ya en la Sierra Maestra.

En Artemisa todos daban por muerto a Ciro, y su madre lo lloraba; hasta que recibió una carta firmada por una desconocida de Santiago de Cuba en la cual informaba que estaba vivo. La desconocida había logrado verlo.

Como parte del núcleo originario del Ejército Rebelde, participó en gran parte de los combates librados por la guerrilla en 1957, en el ataque al puesto militar de La Plata, el combate de Arroyo del Infierno, el de Altos de Espinosa, entre otros.

Luego se reestructuró la Columna 1 José Martí y Ciro pasó a formar parte del Estado Mayor o Comandancia, bajo las órdenes directas de Fidel. Así participaría en el ataque a Bueycito, el combate de El Hombrito y el primer combate de Pino del Agua.

Alcanzó los grados de capitán por su valía en cada acción, pero el 29 de noviembre de 1957, en Mar Verde, mientras cargaba impetuosamente contra las tropas del asesino militar batistano Ángel Sánchez Mosquera, murió en combate.

Solo un día después de su caída, la Comandancia General de las Fuerzas Revolucionarias en la Sierra Maestra decretó su ascenso póstumo al grado de Comandante del Ejército Revolucionario.

La columna invasora del Che ostentaba el nombre de Columna 8 Ciro Redondo, y Radio Rebelde daba partes en los cuales se decía que avanzaba, que se acercaba a Santa Clara, hasta que llegó gloriosa a La Habana al triunfo de la Revolución, ostentando el nombre de nuestro Ciro.

En una carta que le enviara a su hermana y que fuera revelada para la posteridad, el joven rebelde le aconsejaba que su pequeño sobrino debía estudiar y le reiteraba que velara por ello: “En la Cuba que se espera solo tendrán oportunidad los que estudien y comprendan por qué estamos haciendo esto; los beneficios de nuestros sacrificios los recibirán solo los niños porque a nuestra generación le tocó el sacrificio, a ellos les esperan los beneficios”.

Y tantos recibimos el fruto de su sacrificio, que hoy, más que rendir homenaje en el Mausoleo a los Mártires de Artemisa al patriota insigne de la provincia, nos corresponde mantener lo conquistado y construir una Cuba cada vez mejor, así de justa como aquellos muchachos la soñaron.