Alegría de Pío: el bautismo de fuego del Ejército Rebelde

Poco después del mediodía se escucharon los primeros disparos, generalizándose de inmediato un cerrado tiroteo. Los expedicionarios habían sido sorprendidos por el ejército, y bajo el intenso fuego, se dispersaron. En medio de la confusión y la balacera fueron inútiles todos los intentos por reagruparlos.


Localizados con exactitud, las fuerzas del régimen iniciaron con gran rapidez un cerco a su alrededor y, cuando más tranquilamente se encontraban los expedicionarios, fueron objeto de un fuerte ataque por parte de las tropas enemigas, creándose una fuerte confusión y una total dispersión de las fuerzas del naciente Ejército Rebelde.


El fuego intenso del Ejército fue combinado con frecuentes llamadas para que los sitiados se rindieran, y en aquellos instantes se oyó la voz del capitán Juan Almeida Bosque: “Aquí no se rinde nadie”.


Los días que sucedieron a esta acción armada se tornaron trágicos para los derrotados, pues el ejército de la dictadura asesinó a una parte de sus prisioneros, haciendo elevar el número de muertos hasta 21.


Alegría de Pío fue el bautismo de fuego, de los revolucionarios que desembarcaron del yate Granma por la playa Las Coloradas. Así se inició la forja de lo que sería el Ejército Rebelde, en el combate de Alegría de Pío.