En Cuba: Ante la tragedia, el pueblo nunca ha estado solo

La noticia de que un Boeing 737-200 arrendado por Cubana de Aviación se precipitó a tierra en el momento de su despegue en La Habana, estremeció a toda la Isla. Imaginé que algún desastre había ocurrido cuando más de 10 ambulancias y carros de policía tronaron a toda velocidad por la Avenida Infanta, alrededor del mediodía de este viernes. Minutos más tarde, sabíamos lo ocurrido. Poco después de despegar, el avión giró bruscamente a la derecha y cayó. En minutos ya estaban en el lugar los bomberos y la Defensa Civil.

No había transcurrido una hora cuando las redes sociales daban cuenta de que Miguel Díaz-Canel, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, estaba en el lugar con otras autoridades del país, entre ellos el vicepresidente del Consejo de Estado y Ministro de Salud Pública, Roberto Morales Ojeda.

En sus primeras declaraciones, Díaz-Canel llamó al pueblo a tranquilizarse, y negó los rumores de que el avión había caído en zona poblada, reconoció la disciplina y el apoyo de la población, y dio parte sobre el estado de los sobrevivientes.

Las imágenes del accidente son desoladoras. De 104 pasajeros, hay tres sobrevivientes, en estado de gravedad, y una guagua no bastó para trasladar al lugar a los familiares de las víctimas.

La noticia es trágica y excepcional, pero la reacción de las autoridades revolucionarias no es diferente a la de otras veces en que el dolor o la eminencia de un desastre atraviesa el archipiélago cubano. Hace 55 años, cuando pasó por el Oriente de la Isla el huracán Flora, catalogado como la segunda mayor catástrofe registrada en Cuba hasta el momento, entre los días 4 y 8 de octubre de 1963.

Fidel, entonces Primer Ministro Fidel Castro, trasladó todo su equipo de gobierno para las zonas afectadas y dirigió personalmente las maniobras de rescate y www.tvartemisa.icrt.cumento en medio del vendaval. Cuentan que estuvo incluso a punto de perder la vida al ser arrastrado por las aguas crecidas del río Cauto en dirección hacia Bayamo.

Cuando el «Flora» –relata la periodista Adelfa Hernández en un trabajo publicado en Radio Angulo, Holguín–no solo utilizó todos los recursos que estaban a mano, como aviones de fumigación, helicópteros, botes de remos o motor, caballos, anfibios de las Fuerzas Armadas, sino que a nado recorrió las principales zonas afectadas.

Muchos lloraron de felicidad al verlo aparecer. Aunque el huracán Flora dejó a las familias de las zonas afectadas como única pertenencia la ropa que llevaban puestas, ver de cerca a Fidel era la certeza de que no serían abandonados a su suerte.

Desde entonces no ha habido huracán en el que no se proteja a los posibles afectados y cientos de miles de personas son evacuadas y atendidas. Cuba una de las cifras más bajas de planeta en pérdidas de vidas humanas durante un evento climático de gran envergadura.

Otro ejemplo, más reciente. El 29 de agosto de 2012, un incendio de grandes proporciones estremeció a la ciudad de Santiago de Cuba. A pocos minutos de la explosión en el servicentro de las calles Trocha y Carretera del Morro –que dejó un saldo de 32 heridos, 14 de ellos declarados de graves– las autoridades locales y bomberos llegaron al lugar para sofocar el siniestro e impedir que se expandiera por la comunidad.

Los heridos fueron conducidos de forma rápida hacia los servicios de urgencias médicas de la ciudad y luego trasladados a los servicios especializados de atención a quemados del Hospital Clínico Quirúrgico Dr. Juan Bruno Zayas en la carretera de El Caney, donde los médicos trabajaron por varios días en la recuperación de los pacientes.

Más de medio siglo después del paso de Flora, y cinco del siniestro en Santiago de Cuba, la Isla soportó una nueva catástrofe. El huracán Irma, uno de los más potentes que han pasado por el mar Caribe, se comenzó a sentir en La Habana durante la madrugada del domingo 10 de septiembre, después de su paso devastador por las provincias de la costa norte del país.

 

Como hoy, fui testigo involuntario de estos hechos. Las inundaciones sin precedentes que provocó “Irma” en la capital, forzó a buzos, bomberos, autoridades locales, la evacuación a altas horas de la madrugada de la mayoría de las familias en la zona de San Lázaro y Soledad, en Centro Habana. Desde allí vi como un bombero cargaba a una bebé en brazos, luego de rescatarla de su casa inundada por el mar, y se la entregaba a su madre, que la aguardaba en llanto.

Entre Campanario y Libertad, municipio de Centro Habana, vi también la labor de las brigadas de rescate y www.tvartemisa.icrt.cumento, y las autoridades locales, para rescatar a un anciano de entre los escombros del techo de su casa.

Hoy, como en aquellos días, el pueblo no ha estado solo. Mientras que a las 6:00 pm de este viernes la avenida Infanta recobra su rutina habitual, ya no se siente el ir y venir de ambulancias o policías, mientras Cuba guarda con dolor el trágico accidente del Boeing 737-200, bomberos, paramédicos y autoridades, seguirán acompañando, por los próximos días, a los familiares de las víctimas y sobrevivientes.

Tomado de Granma.