Triunfante, heróica y rebelde

De hidalguía está erigida la Revolución Cubana, y no lo dicen mis palabras después a leer sobre el recorrido de la Caravana de la Libertad por el país en enero de 1959.

Lo sustenta el virtuosismo de barbudos que siguieron a Fidel desde mucho antes para alcanzar la victoria; también las anécdotas signadas de valentía, golpes, sangre, sacrificios, humildad, palomas blancas, y un pueblo que nunca estuvo lejos del propósito de luchar por su Patria querida.

Cada inicio de año, posterior a las celebraciones por el triunfo de la Revolución Cubana evocamos el simbólico trayecto que tuvo su punto de partida en Santiago de Cuba y culminó en La Habana.

Un mar de cubanos adornaba las calles, se había conquistado la paz y un nuevo gobierno constituido recibía el júbilo aun consciente de que en lo adelante todo sería más complejo.

Todavía permanecen vivas algunas memorias de aquellos días cuando la mayoría salió de sus casas y centros de trabajo a saludar a los rebeldes. Armando García García, a sus 91 años de edad recuerda con admiración la entrada de Fidel Castro y sus compañeros al municipio de Guanajay en horas de la tarde del 17 de enero de 1959. Hasta la ciudad arribaron para luego seguir rumbo a Artemisa, y culminar la jornada en Pinar del Río.

“Milité en las filas del Partido Ortodoxo, nunca dudé en apoyar la causa revolucionaria y entre tantas entregas a la justa causa me siento orgulloso de haber integrado el batallón 131 que participó en la Limpia del Escambray. Cuando conocemos de la visita del comandante los pobladores nos movilizamos rápidamente; fue muy bonito… al fin estaríamos cerca del hombre vestido de olivo con fusil colgado al hombro y de impresionante estatura”, refiere.

“Fidel llegó a lo que hoy conocemos como La Punta, desde ahí me le acerqué y cuando va rumbo a la Sociedad Centro Progresista en su auto ya estaba a su lado, realmente no quería separarme. Todos estrechaban sus manos, apenas le dejaban hablar, sus escoltas a veces me empujaban, pero yo firme, las lágrimas no cabían en mis ojos, se hacía imposible hablar de la alegría. Mi mano estuvo en su hombro tres veces y con su voz retumbante le dijo a nuestra gente: ¡Aquí estamos! ¡Patria o Muerte!”

“Años más tarde y como parte de los homenajes que se dedicaron a la fecha encuentro una foto y ahí estaba yo al lado de nuestro líder. La guardo con mucho cariño al igual que los reconocimientos otorgados durante mi etapa revolucionaria y laboral, en defensa de la dignidad y soberanía nacional.

“Fidel no era simplemente un líder, él era el hombre que queríamos multiplicar en cada barrio, familia o escuela. Quienes le conocimos guardamos una experiencia difícil de explicar por la grandeza que imponía su persona.

«Fidel era el pueblo… las mujeres lloraban al verle porque fue el bravo que supo organizar un movimiento capaz de desterrar la cruel dictadora y los años de dolor.

“La Caravana de la Libertad sí trajo un nuevo comienzo y corresponde a las generaciones de ahora mantener tales convicciones pese a desafíos y responsabilidades. Yo entregué todo lo que pude; lo sigo haciendo. Cuba necesita derrumbar sombras e intromisiones; aquí –y escuche bien esto periodista- ¡nos queremos libre!”

Sesenta y cinco años después esta historia tendrá sus versiones en municipios y cabeceras provinciales del Centro y el Occidente del país; más, estoy seguro de que coincidirán en el patriotismo contado en cortas líneas al decir que en eso llegaba Fidel, y con él, entraba invicta la independencia de esta isla.