Seis artemiseños en el ataque a Palacio

Apenas empezaba el año 1957 en una Cuba rebelde en la Sierra. Oriente sentía la impronta ardiente de unos barbudos, en su mayoría jóvenes, que daban el frente a las balas por derrocar a una sangrienta y servil tiranía que opacaba los sueños de los pobres.

 

Esa misma Cuba también era clandestina en pueblos y ciudades. La Habana, con su Universidad como hervidero revolucionario, era el centro de muchas acciones para derrocar el régimen. Aunque no obtuvo el resultado deseado, la más importante de estas fue la acontecida el 13 de marzo, cuando jóvenes del Directorio Revolucionario atacaron el Palacio Presidencial en un valeroso intento de ajusticiar al dictador Fulgencio Batista y ocuparon la Emisora Radio Reloj para emitir un comunicado al pueblo de Cuba y convidarlo a la lucha.

 

Tan importante suceso también contó con la participación de seis hijos de esta tierra; cinco de ellos no regresarían más a sus hogares después de aquella acción.

 

Hablo de los guanajayenses Pedro Julio Eperón Álvarez, Adolfo Delgado Rodríguez, Evelio Prieto Guillama, Eduardo Panizo Bustos y Ángel Eros Sánchez, y del güireño Ubaldo Díaz Fuentes.

 

A 62 años de aquel histórico suceso urge ahondar, por deuda y méritos, en la historia de Ubaldo, menos conocida, según una investigación reciente realizada por la estudiante de Periodismo Yaima Malagón Franchi-Alfaro, quien se dedicó a recopilar testimonios de familiares e historiadores.

 

Hijo de dos humildes trabajadores tabacaleros. Juan Díaz Villareal y Ubaldina Fuentes Pérez, Ubaldo nació en el barrio güireño de La Guerrilla, el 2 de agosto de 1929, en la antigua Calle Mario Ravelo 28 y desde muy joven comenzó su vida laboral y de vínculo con el movimiento revolucionario, tras oponerse al golpe de Estado del 10 de marzo.

 

La joven estudiante referencia además una de sus biografías, elaborada por el historiador güireño Francisco Pérez Guzmán, donde señala su vinculación al movimiento nacional por la amnistía de los presos políticos participantes en los sucesos del 26 de Julio y su participación valerosa en los sucesos de Santa Marta y Lindero, el 4 de agosto de 1955, entre otras acciones.

 

Baldo, como le conocían, iba el 13 de marzo en un auto tras el camión Fast Delivery. Al volante estaba Abelardo Rodríguez Mederos y con ellos Faure Chomón y José Gómez Wanquemert. Rigoberto Castañeda Díaz, historiador municipal atestigua en esa misma investigación que “llegaron al Palacio Presidencial, entraron, nadie lo vio salir, ni tampoco caer. Los sobrevivientes lo recuerdan peleando, pero su muerte es un misterio”.

 

Los únicos atisbos de su muerte, asegura Yaima Malagón, están recogidos en el testimonio Cadáver número 17, del escritor güireño Galo A. Carvajal, que incluye la declaración de Nery Pumpido, combatiente del Directorio Revolucionario: “Hay quien dice que lo balacearon, otros que lo ahorcaron y apareció muerto en la Virgen del Camino. Mi impresión es que a Baldo lo asesinaron dentro de Palacio, cuando bajaba la escalera”.

 

Su sepelio, refiere la investigación, fue descrito por Francisco Pérez Guzmán en el artículo El Asalto al Palacio, publicado en la Revista Verde Olivo (1981): “Entré y pude situarme cerca de la bóveda, le traían en hombros. Después de la sepultura, las mujeres entonaron el Himno Nacional y seguidamente otros se unieron en coro gigante. Alguien gritó: ¡Abajo Batista!”.

 

De los hijos de la actual provincia Artemisa participantes en aquella gesta, solo Ángel Eros sobrevivió. A sus hermanos guanajayenses, y a Baldo, la historia y los habitantes de esta tierra no pueden olvidarlos, más que por obligación, por agradecimiento.

 

Tomado de Elartemiseño.