Angerona: virtud, magia y silencio (Fotorreportaje)

El 5 de agosto de 1813 Cornelio Souchay visita con un amigo las tierras de la entonces «La Chucha», hoy Angerona y propiedad de una familia de nacionalidad Berga. Cornelio le propone la compra a su dueña, una mujer viuda, y el 12 de agosto de 1813 cierran el negocio.

Reproducción en óleo. Así de deslumbrante lucía la vivienda principal del antigi cafetal Angerona en la Provincia de Artemisa.

Angerona se convirtió en una construcción neoclásica, de la que solo quedan ruinas, con un estilo expresado en el ritmo de los arcos y columnas de fachada, con grandes puertas para aprovechar las características ambientales y climáticas del lugar.

Angerona alcanzó a ser, en la primera mitad del siglo XIX, la más importante plantación cafetalera del occidente cubano y la segunda del país. En ella convivían unos 450 esclavos, y el sistema de organización laboral que imperaba era muy distinto al del resto de la colonia.

Esta fue una de los primeras haciendas cafeteras de Cuba y, actualmente, es considerado como Monumento Nacional. FOTO: Alejandro Lóriga Santos

Instalaciones hidráulicas suministraban por gravedad agua al cafetal. Durante todos esos años el amor entre Cornelio y Úrusla creció, y solo la muerte de él pudo detener la pasión y el sentimiento entre la pareja de inmigrantes que recoge esta, una de las leyendas más hermosas de Cuba.

Un tratamiento diferenciado le daban a los esclavos del cafetal Angerona. De ahí el éxito de este paraíso, hoy Patrimonio de Cuba.

Angerona representa el dolor y se percibe cuando vamos a allí después de tantos años. Fue construido sobre el sudor y la sangre esclava, pero es gloria, aromas y virtud.

Magia, cultura y relogión en cada rincón de las ruinas de Angerona. FOTO: Alejandro Lóriga Santos

El romance entre la negra haitiana liberta Úrsula Lambert y el hacendado alemán don Cornelio Souchay es una de las leyendas que más se expanden a través de la voz popular, aunque en ningún documento se prueba dicho romance. Muchas personalidades del mundo llegaron hasta este paraíso natural a conocer se sus encantos y de la magia que se mezclaba con la dulzura y el olor a café.

Según Zoila Caridad García Quezada, miembro de la Unión de Historiadores de Cuba en Artemisa «los árboles de Angerona tienen un poder atractivo para los practicantes de la religión «palo». Para los paleros el entorno y la naturaleza es sagrada y cada elementos tienen componentes mágico-religioso.

Reinaldo barbón desenterró de estas tierras objetos que pertenecían a los mayorales del cafetal. Desde entonces este lugar se convirtió en pasión y hogar. En su libro «La virtud del silencio: roble, café y amor», narra en forma de novela los pasajes de tan singular sitio. FOTO: Alejandro Lóriga Santos.

«No es extraño encontrar firmas de gangas en las paredes del antiguo cafetal, fundamentalmente cerca de su pozo. Cualquier objeto que haya sido tocada por un rayo en Angerona es considerada un objeto de devoción para los ganguleros.

A cinco kilómetros de la carretera que une al municipio de Artemisa con Cayajabos, las ruinas del cafetal Angerona perduran en el tiempo como símbolo de las plantaciones y la época colonial. Al decir de Reinaldo Barbón, fiel velador de las ruinas y escritor del libro “La virtud del silencio: roble, café y amor” todavía permanecen evidencias del silencio y la tranquilidad, que se nutren de su permanecía y las voces de campesinos y visitantes.

Las tierras y ruinas de Angerona resguardan un pasado glorioso que se entrelaza con el presente. FOTO: Alejandro Lóriga Santos