Al compás del cha cha chá

El 12 de diciembre de 1987 falleció en La Habana, capital de Cuba, uno de los músicos más importantes de la cultura candelariense y artemiseña: se trata de Enrique Jorrín, el creador del popular cha cha chá. A él debemos la peculiaridad de un ritmo contagioso que lleva también su compás y prestigia los ritmos y bailes en nuestra nación.

Enrique Jorrín Oleaga con apenas once años ya sabía que su vida estaría dedicada a la música. Por aquel tiempo creo e interpretó canciones en La Habana Vieja y tituló su primer danzón «Hilda». Poco después se incorporó a reconkcixos colectivos musicales, entre ellos Arcaño y sus Maravillas y la Orquesta Ideal, dirigida por el maestro Joseíto Valdés.

No es posible referirse a su trayectoria musical sin olvidar la estrecha relación de Jorrín con su violín; casi era otra parte de su cuerpo. Cuentan que lo tocaba con la magistralidad que exige este instrumento y tras días de estudio arregló y escribió las melodías de violín del célebre danzón Osiris.

Según voces de la época la primera presentación de Jorrín no fue exitosa; apenas contaba con público y sus canciones no calaban en el repertorio musical de la época. Nada de ello le hizo detener su idea de brillar en el pentagrama cultural del país, y siguió estudiando para entender la singularidad del danzón, su ritmo preferido.

De tantos años de búsqueda y experiencias que acumulaba por un lado y por otros, compuso «La Engañadora», la historia de una mulata particular que frecuentaba en el salón de Neptuno para bailar. De sus composiciones y las horas de superación surge el Cha cha chá, reconocido casi de inmediato en toda Cuba.

«Yo no tenía nombre para eso. Para mí era una Rumba Danzón, una Rumba con Mambo, que se yo. Pero el nombre vino casi enseguida.»

Pasó entonces de ritmo a convertirse en un baile reconicido que movía las noches habaneras y convidaba a los amantes de la música a asimilarlo. Su nombre (Cha cha chá) surge a partir del sonido que hace el roce de los pies con el suelo mientras se ejecutan los pasos. Además se dice que el güiro que se emplea en las composiciones del ritmo mencionan el Cha cha chá que enamora e invita a cogerle bien el compás.

Con la llegada de 1953, ya Enrique Jorrín componía con una magistralidad increíble las canciones con el popular ritmo. En la isla todos hablaban del cha cha chá y en menos de lo esperado comenzó a ganar más terreno en el ámbito internacional. Llegaron de aquel entonces composiciones como «El Alardoso» , «El Túnel», «Nada sin ti» entre otros.

Algunos testimonios de la época refieren que el ritmo de Jorrín se escuchaba cada vez más y a ello también contribuyeron prestigiosas agrupaciones del país como la Orquesta América, Sensación, Melodías del 40, y la Orquesta Aragón dirigida por Orestes Aragón y Neno González entre otros.

En México Jorrín firmó varios contratos con disqueras que también preferían si música y su excelencia como compositor. Tras su regreso a Cuba mantiene la conexión con la nación mexicana y buscar crecer entre su público: el cubano. Así se le recuerda por su magistralidad en una orquesta o frente a la partitura más completa.

De la fusión y los sonidos dejó para la eternidad un ritmo melodioso y sin igual. Tanto así que el Dr. Cristóbal Díaz Ayala, uno de los investigadores más notables de la música cubana expresó sobre Enrique Jorrín, orgullo candelariense «¡Qué clase de hijo le ha nacido al Danzón! Tiene de él el sentido rítmico y la dulzura criolla…»