Ama tu trabajo como a tu felicidad misma

Recientemente, un cardiólogo le hablaba a Cuba desde un medio público como la televisión, sobre lo que siente cuando puede poner marcapasos a dolientes que dependen de estos dispositivos y también sobre lo que pasa cuando no puede hacerlo.

El doctor y sus pacientes cardiópatas conmovieron esa noche al más pinto, como se dice en un lenguaje que la mayoría entiende sin ruido alguno dentro de códigos populares que nos definen.

Es dura en estos tiempos la batalla de quienes, adaptados a resolver dolencias y problemas dentro de hospitales y otros centros de salud, siguen intentando ser útiles desde la cura o el alivio en medio de tantas limitaciones. Entre las complejidades, reconforta saber que muchos continúan eligiendo eso por lo que luchan a diario y además vencen, aunque no siempre.

Si en un escenario de dolores, miedos y permutas, la gente puede amar su quehacer, cuánto no podremos querer lo que hacemos en ambientes más relajados sin que parezcan por eso menos definitivos.

Pensemos en lo bueno que resulta cruzarse en el camino de personas apasionadas de manera reconocible o llamativa por sus oficios. Cuánto energiza el espíritu también de quienes se acercan.

Habrás encontrado así a más de un profesor, artesano, obrero, músico, bailarín, investigador, deportista, emprendedor, economista, ama de casa, cuidador de personas o animales, lustrador de zapatos, ferroviario, marinero, pescador, campesino y tantos otros, que muestran al mundo su labor con un orgullo y placer que despierta hasta a los más anestesiados por la inercia.

Son los oficios más conocidos los que con frecuencia recordamos, pero las personas invierten su tiempo, voluntad y dedicación a acciones de todo tipo, inimaginables algunas, lo importante es que si ocurren para bien; pues abra usted, abramos todos la muralla.

No solo es gratificante quedarse con la utilidad o lo que aportan nuestros semejantes a la sociedad en cuanto a bienestar colectivo, también se experimenta una sensación tremenda cuando notas que a alguien le llena sobremanera lo que hace y a veces provoca descubrimientos de lo sublime en sus colegas.

El brillo en los ojos no es un mito, la entrega, la devoción, la cosquilla en el estómago, los nervios, las manos frías, el cruzar los dedos, la fe, la puesta a prueba cada día de nuestras capacidades en el reto cotidiano de algo que es también nuestra razón de ser; el trabajo digno tiene que ser una de las claves de la felicidad que tanto anhela el ser humano.

Yo lo he visto y usted también, hemos percibido de un modo especial cuando la vida de otros se llena de sentido solo por poder hacer o volver después de un tiempo a lo que sabe, a lo que le marca y hasta le define, porque de tanto practicarlo se incrustó genuinamente dentro de su identidad.

Y sentirlo nosotros mismos es casi siempre más sabroso todavía, poder ser conscientes de cuánto vale la pena trabajar o dedicarnos a una cosa que nos otorgue plenitud, por más común o rutinario que sea.

Si usted organiza, limpia, atiende público, transporta personas o mercancías, sí colecciona objetos, escribe, lee, arregla, crea, educa, cocina, cura, y cuánto verbo exista para hacer tangible la satisfacción de necesidades de cualquier tipo, hágalo con pasión, o por lo menos con la certeza de que sirve a otros o se sirve a sí mismo.

Hay dicha en andar, en poder sustentarnos con lo que sabemos y por qué no, contentarnos con el trabajo que sale de tantas esencias, de la historia que hemos hecho con nuestra propia existencia y de la urgencia de vivir con más armonía.

Entonces todo será un poco más positivo en muchos escenarios y contextos, la buena vibra dirán algunos, la empatía, pensarán otros, aunque sea el simple acto de actuar como gente y no como máquinas sin emociones, con el respeto que las máquinas de hoy merecen.

Salgamos a amar aquello que hacemos de Sol a Sol, sea mediado por las circunstancias, elegido, temporal, en post de sueños, metas o retos; pero haga del ritmo de los días, notas llevaderas o inspiradoras en su propia vida y en las ajenas.