Una crónica para la familia cubana  

Puede ser de solo una pareja o una familia numerosa; pero es seguro, una familia que ha vivido mucho y tiene historias para contar.

Ellos han enfrentado las dificultades de una economía asediada, han vivido las pérdidas de la pandemia de COVID-19, se han impuesto con valentía a los ciclones y los precios elevados.

Ésta es la historia de un hogar donde es posible una silla vacía, donde puede faltar un abrazo;  o la historia de un apellido que construye su espacio y lucha por hacerlo en Cuba. Es la historia de quienes se levantan cada mañana a poner el extra para hacernos mejor la existencia.

Habla de un niño nacido para ser feliz;  de un abuelo recostado en el amor; de una relación donde sean los sentimientos los que pongan las reglas; habla de un cuidador de un barrio que es también familia grande; de un vecino; de un país.

Ésta es la historia de Cuba que avanza sin mirar atrás; que sabe lo mucho que se juega en el camino; que conoce lo duro de la batalla pero cree en el hombre, en la mujer, en el ser humano.

Ésta es la historia de una familia grande, en donde todos hacemos la nación y la pintamos de colores diferentes; pero con el mismo pincel.

Ésta es una crónica de una familia cualquiera y nos toca escribirla el 25 de septiembre.