Ignacio Agramonte: el Mayor de la independencia de Cuba

Fue Agramonte el hombre que se hizo leyenda en los campos de Camagüey. Un jefe militar que se ganó el respeto y la admiración de sus compañeros, un verdadero Mayor.

Se incorporó a la guerra sin tener una formación militar, sin embargo, destacó por su valor, disposición y por sus cualidades como estratega. Cualidades que llevaron a José Martí a escribir: “…aquel que, sin más ciencia militar que el genio, organiza la caballería, rehace el Camagüey deshecho, mantiene en los bosques talleres de guerra, combina y dirige ataques victoriosos, y se vale de su renombre para servir con él al prestigio de la ley, cuando era el único que, acaso, con beneplácito popular, pudo siempre desafiarla.”

Por sus importantes victorias contra las tropas colonialistas españolas, durante la Guerra de los Diez Años, se convirtió en uno de los líderes más sobresalientes de esta contienda. Se le atribuye el mérito de establecer una sólida base de operaciones en Camagüey; siempre velando por la preparación militar y general de los jefes y oficiales.

Entre sus aportes al arte militar cubano se encuentran la extraordinaria movilidad que dio a la tropa, el sistema de comunicaciones que estableció y, sobre todo, la disciplina basada en el mando único. El rescate de Julio Sanguily demostró su destreza y valentía en el campo de batalla; pues con 35 hombres logró escapar de 120 soldados españoles.

Cayó en combate el 11 de mayo de 1873, dejando atrás un incalculable legado. Su muerte fue una terrible pérdida para la causa independentista. Se perdía al «Paladín de la vergüenza» y «Apóstol inmaculado» como lo llamaban los veteranos de la guerra.

Ignacio Agramonte fue uno de los más destacados luchadores por la independencia de Cuba, un ejemplo de valentía y determinación.