Maestro de los aerobios

Se sabe hacedor de sueños y cultivador del cariño de una generación. Hoy sus niñas campeonas le agradecen los desvelos que tuvieron recompensa.

Nació en San Antonio de los Baños el 5 de octubre de 1954. Logró el título de Licenciado en Cultura Física y Deportes en 1985. Joselín, como todos le llaman en su querido Ariguanabo, tiene historia curtida en el arte del ejercicio físico combinado con la música, entre ejecuciones muy armónicas y elegantes, salidas de su intelecto.

Como director general de la Compañía Danzaria Horizontes, recorrió toda Cuba y sembró amigos.

Asesor de la Licenciada Dalia Navarro, metodóloga nacional de la naciente disciplina deportiva en 1985, participó en el primer campeonato provincial realizado en el municipio de Artemisa, en 1986: premiaron su ingenio y resultó campeón.

Comenzaba a tejer su historia como entrenador. Y llegó al preuniversitario en el campo Victoria de Jijiga, donde, desde la plaza de profesor de Educación Física, cosecharía los más notables éxitos.

Jóvenes bellas y atléticas escuchaban sus orientaciones. Exigencia, sacrificio y el afán de regalar triunfos a la escuela, le dieron el privilegio de asistir al primer campeonato nacional, en la Ciudad Deportiva.

Era la furia de la Gimnasia Musical Aerobia. Participó con dos equipos de la propia escuela. Junto a su compañero Ovidio Arias (Villito), pasó a la historia de este deporte en Cuba: ganó cuatro veces consecutivas, y después se retiró.

Dominio absoluto de la preparación física de un atleta, combinación de la música con lo estético del ejercicio, conocimiento de las cargas de entrenamiento en el período adecuado… y la disciplina, le llevaron a la gloria y el prestigio. La gente lo recuerda como el profe Joselín; todavía lo llaman campeón.

Los aerobios eran su pasión, y se dedicaba por entero a ellos. Dos escuelas quedaron en su corazón: Victoria de Jijiga y Alejandro González Brito. Una le iluminó el sendero de la victoria; la otra lo condujo a consagrarse como educador, entrenador y maestro de los aerobios.

En 1993 logró lo que nadie esperaba. Por primera vez un equipo de niñas llegaba a una competencia nacional. Clasificó desde la base. Fue a la Ciudad Deportiva y compitió con sus niñas para ganar. Pero el jurado decidió por el Combinado Deportivo Buttari, del municipio capitalino de La Lisa. El abucheo de la gente todavía retumba en sus oídos cuando recuerda aquella noche.

Traga en seco. Humedece las pupilas. Las niñas sentadas junto al maestro de los aerobios, bajo un árbol, sin consuelo por la derrota. ¡Y eso que fueron subcampeonas! Las pequeñas no entendían la grandeza de la actuación.

Aguantó el dolor como los guerreros en el campo de batalla. El sentir del público lo acompañaba. “Ustedes son las mejores”. “No lloren, las verdaderas campeonas son ustedes”. “Les quitaron el primer lugar. Para el pueblo ustedes son las mejores”. Eso no se olvida aunque pasen cien años.

Tiene el modesto orgullo de saber que su obra perdura. No es hombre de muchas palabras, pero sus resultados hablan de la calidad que demostró como maestro de los aerobios.

Tomado de ElArtemiseño.