La Esperanza llega a más hogares

La fabricación en este sitio, ubicado en la comunidad José Martí, donde antaño funcionó el homónimo central azucarero, inició por agosto-septiembre de 2020; desde entonces, hombres y mujeres no han cejado en el intento por proveer de más ofertas alimenticias al pueblo.

“Comenzamos de manera muy rústica, cocinando con leña. Poco a poco fuimos recuperando maquinarias en desuso de otros lugares, a través de la transferencia de medios básicos.

Las reparamos gracias al ingenio y la innovación de nuestros compañeros en el taller de la UEB, y las echamos a andar. Así construimos esta minindustria”, rememora Juan Carlos Peguero, al frente de ella.

Un gran equipo

Veinte trabajadores, entre ellos cuatro mujeres, laboran directo a la producción en diferentes procesos, y alternan oficios en función de tareas puntuales a cada hora.

“Trabajamos en cualquier puesto a partir de las necesidades de la minindustria, más con la situación de la COVID-19, que ha afectado a varios compañeros. Somos un equipo”, asegura el operario José Luis Flores.

La instalación posee siete tachos con una capacidad total de 1 500 kilogramos (kg), una caldera en funcionamiento y próximamente pretenden incorporar otra, ahora en reparación. Es capaz de mantener dos líneas de producción a la vez, además del curtido.

Lázaro Núñez, operario de calderas, desempeñaba ese oficio en el otrora central José Martí. Se unió en febrero, cuando la minindustria comenzó a producir con más tecnología.

“No hemos parado por falta de materia prima, aunque a veces nos atrasamos porque la calidad no es buena y tenemos que seleccionarla. Con el mango y la guayaba sucedió, sobre todo en los inicios; ya le advertimos a los proveedores”.

La Empresa Agropecuaria San Cristóbal, a la cual pertenece la UEB, así como cooperativas de la zona subordinadas a AZCUBA o a la Empresa Agroforestal Costa Sur, son sus principales proveedores. “Hasta de Artemisa hemos recibido productos”, expone Arnaldo Sosa, jefe de brigada.

Aprovechan los productos al máximo. “Los que no se procesan por estar pasados de maduración, se usan como comida animal en la cochiquera, y los verdes se guardan para su poste-rior utilización”, puntualiza Flores.

Tres contenedores refrigerados almacenan la materia prima para su uso futuro; eso les garantiza la fabricación continuada, en caso de un bache en la recepción… y guardar en óptimas condiciones los surtidos que lo requieran.

Numeritos hablan

Sus producciones van fundamentalmente hacia el mercado climatizado del municipio y, en correspondencia con los volúmenes fabricados, ofertan a organismos y entidades. Durante este año y hasta el mes de julio, La Esperanza había elaborado 121 toneladas de puré de tomate, seis de mermelada de mango y 2.1 de guayaba, 2.6 de dulce de fruta bomba, 70.8 de pulpa de mango y 4.4 de curtidos.

Las ganancias en los primeros siete meses de 2021 ascienden a un millón 204 446 pesos.

“Según las disponibilidades, los pobladores del consejo popular donde está ubicada la minindustria se bene-fician de la comercialización a través de un punto de venta. Lo hacemos en diferentes formatos, esencialmente en bolsas de medio kg, y le llegamos más al cliente, porque los precios son meno-res”, refiere Sosa.

Los formatos habituales incluyen latas de 3.2 y de medio kg, pomos de un litro y de medio, además de las bolsas de medio y de un kg, alternativa a la que han recurrido ante la escasez de los primeros, sobre todo para los curtidos.

“Tenemos contrato con Tecnoazúcar para adquirir envases, específicamente las latas. Pero hemos tenido problemas con su disponibilidad; de ahí que hemos apostado por las bolsas para los productos que lo permitan”, declara Peguero.

Puertas adentro, los trabajadores sienten satisfacción con los resultados de tanto esfuerzo, materializados en la variedad de surtidos alimenticios a disposición de sus coterráneos, y en los ingresos recibidos por su labor.

Así lo confirman los operarios José Luis, Lázaro, Luisván y Osmani. “Tienen un salario básico según el contenido de trabajo de cada uno. Si cumplen el plan mensual y no tienen pérdidas, se les agrega una estimulación muy oportuna, porque nuestra Empresa no tiene aún los resultados necesarios para la distribución trimestral de utilidades”, manifiesta Yuriel Rossete, económico de la UEB.

En La Esperanza no se queda ningún producto por vender, mediante las diversas vías establecidas; en ocasiones, los surtidos elaborados allí llegan incluso a granel a los pobladores de San Cristóbal… y a los de más allá.

“Compré una lata de mermelada de guayaba de las de 110 pesos. Estaba un poquito azucarada para mi gusto, pero con una textura muy finita, agradable al paladar. Me parece una oferta aceptable en ese precio”, opina la sancristobalense Adelfa Álvarez.

Es apenas un botón de muestra, un criterio que intenta motivar el debate sobre la calidad de las producciones de la minindustria. ¡Ojalá quienes nos leen y hayan degustado las ofertas de La Esperanza nos envíen sus opiniones!

Tomado de ElArtemiseño.