Cuba, te quiero

Como muchos, esta cronista quiere pensar en cosas bonitas que inspiren el alivio. ¿Quiénes sino Cuba y los cubanos pueden causar semejante milagro en medio de tanta pena?


Entonces se agradece la bendita circunstancia que hizo perdurar una máquina de coser en muchísimos hogares. A nadie interesa aquí el precio de una mascarilla en el mercado internacional, los nuestros se llaman nasobucos y casi todos ya los poseen.


Y la economía, esa que procuramos perfeccionar a toda costa dadas las carencias y las fallas, es ahora ante la crisis mundial una fortaleza; lo es por la soberanía del presupuesto y la autonomía nacional en su manejo.


Cosa bonita es contener besos y abrazos al margen del carácter efusivo que nos determina, y guardarlos para luego con plena certeza de que al final de la batalla habremos vencido.


Cosa bonita es recibir el mensaje de una estudiante extranjera distanciada en una beca justo a cientos de sus compañeros, admirada por los tantos servicios que allí han puesto para mantenerlos protegidos y seguros.


Cosa bonita es apreciar el sacrificio de los profesionales de la salud dentro y fuera del país y esa fe que se les tiene por encima de los miedos.


Cosa bonita es ver un dirigente hablar con el lenguaje de la gente común y usar el más claro de los códigos: el de la voluntad por www.tvartemisa.icrt.curnos y www.tvartemisa.icrt.cur, y hacer por ello cuanto sea necesario.


Cosa bonita es poder percatarnos al fin de tanta evidencia ante la que en tiempos serenos estamos ciegos.


Cosa bonita hubo siempre, pero justo reaccionamos en momentos claves, como cuando un crucero atraca en puerto cual brazos de amparo y se multiplica una estampa por el mundo: Cuba te quiero.